Casa In-Segura

Vivir en plena Alameda no es un detalle menor, a una cuadra de una estación del Metro para muchos un lujo, a menos de un km de las instituciones político administrativas de la Republica un honor, y si esta protegido por sus tres grandes y juveniles perros se torna en un venerado deseo. En definitiva, ver pasar el tumulto del Santiago nocturno de semana no fue impedimento para que se arropará en su cama ante el otoñal frío, aun sintiendo su suave tufillo a tinto.

Sin esperar a nadie en particular desde la misma avenida principal lo llamaron, lo increparon, lo insultaron, alterando el tranquilo sueño que se tornó en pesadilla…sus perros poco pudieron hacer, sin decir más, el extraño se abalanzó por una razón tan desconocida o poco clara como le sucede cada día a muchos santiaguinos en sus hogares. Él también insultó sin duda , ¡estaba en su casa!, intentando defenderse con sus manos sin lograrlo, de un momento a otro sintió su mentón y barba húmedos y muy calientes, sus ojos llorozos vieron extinguirse el tililar de las luces tal cual una mecha busca esa última cera en su palmatoria y dando paso al desagradable ulular que por más intenso que se hizo no logró dar alcance a quien desaparecía en el tablero de ajedrez de la noche santiaguina.

El carabinero apenas pudo acercarse mientras los dientes relucientes de los canes marcaban el territorio de su dueño, el médico de la ambulancia al llegar percibió que esa mancha extensa en el suelo era el epílogo de una vida que ya no estaba con ellos, que ya no estaba en su hogar… en su hogar sin número, su hogar sin ventanas ni puertas, que ya no estaba más en la calle.

Escrito por: PCP